Elegancia divina en cada copa: la vinícola de los Arcángeles

Elegancia divina en cada copa: la vinícola de los Arcángeles

En el corazón del Valle de Guadalupe, donde el sol se funde con la tierra y el viento acaricia los viñedos como si fuera un susurro celestial, se alza la vinícola Adobe Guadalupe, que no sólo produce vinos excepcionales, sino que también cuenta una historia inspiradora de elegancia, visión y poder femenino. Es un santuario de sabor y belleza que lleva el sello inconfundible de su fundadora, la Sra. Tru Miller: la primera mujer productora de vino en el Valle de Guadalupe.

Una mujer con visión, escribiendo su propia historia en el Valle

Detrás de esta vinícola única, se encuentra una mujer cuya presencia no pasa desapercibida. Su elegancia es natural, su mirada firme y su pasión, inagotable. Ella no solo rompió esquemas al abrirse paso en una industria dominada históricamente por hombres, sino que lo hizo con clase, espiritualidad y una visión profundamente conectada con la tierra y el alma.

Su historia no comienza con uvas, sino con propósito. Fue su sensibilidad, su fortaleza y su aprecio por la belleza lo que la llevó a fundar, junto a su esposo el Sr. Donald Miller, una vinícola donde cada vino cuenta una historia, y cada etiqueta, una devoción.

Un viñedo que enamora

Caminar por su viñedo es como adentrarse en una pintura viviente. Los surcos de vid se extienden como pinceladas verdes sobre un lienzo de tierra roja y cielo azules. La brisa trae aromas a romero y promesa de vendimia. Es uno de los viñedos más bellos del Valle de Guadalupe, no solo por su entorno natural, sino por el cuidado y la estética con la que ha sido diseñado.

Todo en este lugar invita a la contemplación, a la pausa. A vivir el vino no solo como bebida, sino como experiencia.

Vinos con historia, etiquetas con alma

Cada botella es una expresión artística que lleva en su etiqueta una representación  de los distintos arcángeles: Uriel, Miguel, Kerubiel, Serafiel, Gabriel y Rafael, cada uno representa no solo una figura celestial, sino una energía, una personalidad, una emoción.

Estas etiquetas no fueron elegidas al azar. Son parte de un tributo y un concepto profundo de la vinícola: “el vino como un acto sagrado”, como un mensaje, como un homenaje. Las botellas, cuidadas en cada detalle, son objetos de colección tanto como vehículos de placer.

La experiencia que transforma

La vinícola ofrece más que catas: ofrece un momento de contemplación y de apreciación a lo divino. Aquí se puede degustar bajo el cobijo de la naturaleza y la calma del campo, también se puede optar por degustación privada en la cava, donde la experiencia se vuelve aún más envolvente y sensorial, o simplemente contemplar un atardecer mientras se sostiene una copa y se disfrutan las mejores tapas del Valle.

Cada visita es una invitación a conectar con los sentidos, con la tierra y con algo más grande: esa fuerza interior que impulsa a crear, a transformar, a romper moldes... tal como lo hizo su fundadora.

Más que solo vinos

Además de vinos espectaculares, que nos susurran los secretos del campo que los vio nacer, en Adobe Guadalupe también se pueden encontrar otras exquisiteces, como el mezcal Lucifer, de origen oaxaqueño con doble destilación en alambique de cobre. Pero la mente emprendedora de la Sra. Tru no para ahí, creando también un tequila fabricado en Jalisco (por cuestiones de D.O.), pero con una naturaleza más delicada, “con menos alcohol y más sabor”, dedicado a las mujeres, de nombre Tía Tula, el cual se debe resaltar que reposa 30 días en las barricas de roble francés de la vinícola, en las que se añeja el vino Rafael.

Y continuando con ese perfil de impulso, creación y sofisticación que describen a su fundadora, también crearon el aceite de oliva extra virgen de gran calidad, producido con el fruto de los olivos plantados en el perímetro de la propiedad, cultivados orgánicamente y prensado en frío.

El legado de una pionera

Hablar de Adobe Guadalupe es hablar de una mujer que no solo hizo historia en el Valle de Guadalupe, sino que la está escribiendo aún. Su legado no está solo en las hectáreas cultivadas o en las botellas vendidas, sino en cada mujer que la visita y se inspira; en cada copa que brinda por los sueños que parecen imposibles… hasta que alguien los hace realidad.

Visítala, vívela, síguela

Si alguna vez has querido probar un vino con espíritu, caminar por un viñedo que parece diseñado por los ángeles, probar comida que te enamora y conectar con tu entorno y la naturaleza, esta vinícola te está esperando**.


¡Porque en cada sorbo hay un susurro celestial!

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